Como siempre, Mamá me manda a comprar las cosas de la comida a diez minutos de la hora de cierre del almacén. Es natural en ella, el momento de iluminación que tiene para darse cuenta de que le faltan algunas cosas, siempre pero siempre, lo tiene a las 8.20.
Y como siempre está la Doble, que es victima conmigo de ese tipo de transtornos de mi madre. Pero al menos hace que ir al almacén sea más entretenido. No sé como hace esta chica pero siempre sale con algún delirio.
Hoy por ejemplo y no hace más de diez minutos estabamos comprando y ella me señalaba mucho a unos nenitos que estaban detrás nuestro, robandose mandarinas mientras el dueño del negocio nos atendía a nosotras. Por supuesto, yo nunca me doy cuenta de nada, así que cuando salía del negocio la Doble me dice esto:
La Doble:
¿Viste a los sobrinitos del Schiavi afanandose mandarinas? yo te estaba haciendo señas y vos ni bola. Uno lo tapaba y el otro se las iba guardando.
Pupolina:
No, no me di cuenta. Igual dentro de todo al menos roban mandarinas. Peor sería que anden robandole a las viejas del barrio, como hacen los de acá a la vuelta.
La Doble:
Si todo bien ¿pero mandarinas? ¡con el frío que hace! ¡te ca*** de frío comiendo mandarinas a esta hora!
Pupolina:
Bueno, pero tienen hambre. Peor es nada.
La Doble:
¡Pero ya que van a afanar que se afanen mandioca por lo menos!
Claro… supongo que ya que roban, que roben bien (¿?).
Esa reflexión me hizo acordar a esa gente que justifica el robo en las grandes cadenas de supermercados, si total «están llenos de plata, qué les hace perder dos calabazas!»…
Jajaja, tu amiga la doble es de lo mas chistoso!!
Igual está bien que roben mandarinas porque tiene vitamina C y no se van a enfermar
Ana: Claro, por ahí viene la cosa… Pero esta dice «si van a robar que roben mandioca» ¿por qué mandiocaaa?
Je!: vos tenés pensamiento de madre cariñosa…
uh, qué bueno!!! me hiciste acordar a cuando era adolescente y me afanaba libros de las librerías de corrientes 🙂