Charla entre mamá y Pupolina, aproximadamente hace 10 años. Cocina del hogar, hora de la leche de las 5 de la tarde.
-¿Qué te pasa ahora?
-Nada, mami.
-Algo es, vos nunca te quedás callada. ¿A qué se debe el milagro?
-Estoy un poquito triste.
-¿Por qué? ¿Alguien te hizo algo?
-No, todavía no.
-¿Cómo que «todavía no»? Explicame eso, a ver.
-No, mami…es largo y te vas a enojar.
-¿Qué hiciste?
-Pasa que me quedé sin muñeca.
-¿Cómo? ¿Se te perdió la tuya?
-Nono, Titi sigue ahí. La nueva, ya no voy a poder tener la nueva.
-¿De qué muñeca hablás, Carolina?
-Bueno, te aviso que es largo eh, después no hay reclamos: Resulta que vi una muñeca hermosa en el negocio de Graciela, y la muñeca no es tan barata. Como para mi cumpleaños faltan meses, para Navidad u otras fiestas falta mucho más, la única manera que tengo para que vos me regales la muñeca es sacarme un 10 en la prueba de Ciencias Sociales dentro de 3 semanas, para la cual ya estoy estudiando, pero como mucho no me gusta sociales a veces me canso. De todas maneras dentro de un mes voy a estar muy bien preparada para la prueba (vos me conocés bien, mami) Voy a saberlo todo y me voy a levantar temprano para repasar. Pero sin embargo en el momento que tenga la prueba delanto mío voy a estar pensando en la muñeca, en vos, en el 10 que me tengo que sacar para que vos me compres la muñeca… y con todo eso que voy a tener que pensar me voy a trabar y me voy a olvidar lo que estudié. Capáz que me saque un 8, o un 9, porque nunca me saco menos de 8, pero no me voy a poder sacar un 10, que va a ser el trato para que me compres mi muñeca, y ¡Ay mami! ¡Me gustaba tanto esa muñeca!
Pupolina 