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Mudanza

A partir de ahora este cuadernito virtua continuará contando historias, anécdotas y pensamientos en un nuevo hogar en Blogspot.

Desde hace mucho tengo ganas de mudarme para allá,  no es por tirar abajo a WordPress porque la verdad yo estaba muy cómoda en este blogcito simpático, pero así son las cosas.

Hoy abandono a Papá WordPress que se portó muy bien desde el nacimiento de este cuaderno, cambiandole los pañales cuando los 2 o 3 lectores que lo leían pasaban a dejar saluditos y besitos por la tarde, ahora que estamos casi en los 50 post del cuaderno (que viene siendo como la fiesta de 15) me voy a vivir sola en el departamento de Blogspot donde parece que arman jodas con vodka y licor de chocolate.

 

Espero que ahora no tengan excusas, me mudé para su barrio Ana, Madre Histérica, Fantasma de Belgrano, Je!, Horacio, Violeta, Nacho, Fran Morten, Marta, y los demás (a ustedes que pasan seguido son como la High Society ¿vieron?)

Entonces vayan pasando por allá que la cosa va marchando. Circulen, circulen.

No sé exactamente en que momento llega la edad del pavo. A veces dicen que a los 12 años, otras veces dicen que a los 14 o 15. Aún así no importa demasiado cuándo empieza si de todas maneras algunos con 20 años siguen viviendola plenamente.

Como hay gente para todo y yo no soy quien para juzgar (después de todo yo sigo comprando huevitos Kinder y sigo pidiéndole a mamá el besito de las buenas noches) podría utilizar esa vieja frase que tintinea siempre en el círculo conformista de conocidos, esa frase tan barata e hipócrita: «Déjalos vivir y vos viví tu vida». Y de sólo pensar en esa frase se me invade el alma de asco. Porque seamos sinceros: ustedes aman que yo critique despiadadamente, sobre todo porque no lastimo a nadie.

La cuestión es la siguiente: Hacía mucho que no salía a ningún boliche del ambiente… llamemoslo Dark como para decir algo… La última vez que había salido a uno tenía 16 años y ya desde aquel entonces pasaba lo mismo. Siempre había algún infradotado con complejo de vampiro que se acercaba a decirme alguna gansada atróz que me hacía notar que, a pesar de sus largos veinte años, era un boludo a pila.

Tarado con Sobretodo:

«A mi me gusta el dolor, lo disfruto orgasmicamente»»

Pupolina:

Ah… ¡pero mirá vos! con que te guste el dolor… Te quiero ver una noche con dolor de muelas vamos a ver como te agarra un orgasmo, o de última aprendés a zapatear malambo.

Otro Tarado con Sobretodo:

«¿Nunca has probado la sangre de tu amado/a al amanecer? el Vitae romántico fluyendo…

Pupolina:

«La verdad que no. No me interesa andar probando los fluídos de nadie.

Otro Tarado más con Sobretodo y cruz invertida:

«…Mi mente es el peor de los infiernos en la Tierra, pues emana oscuridad y…»

Pupolina:

«…Si…Sabés, me están llamando por allá. Ya vengo, no me tardo nada…

Y el más gracioso de todos, el que siempre recuerdo cuando piso algún boliche de este tipo, es aquel que me dijeron en Requiem, especial Rammstein, aproximadamente a las 4 a.m (era tan gracioso que hasta recuerdo que estaban pasando «Sonne» de fondo)

Ultra infradotado con sobretodo:

«Hola, soy Alexander y tengo tres mil quinientos años»

Lamentable…

Cuando leo un cartél que dice «Peligro, zanja abierta» no puedo dejar de preguntarme siempre lo mismo: ¿Existen acaso las zanjas cerradas?»

Hoy se me habrán presentado como 5 de estas preguntas. y ahora se me ocurre una más.

¿Por qué cuando llego a la pc las palabras se van?

Siempre me sorprendió el parecido que tienen los chinos entre sí, como si fuesen todos una gran familia que tomó un país como casa y se quedó ahí a seguir reprocreando.

Llegué a tener la leve sospecha de que en realidad los chinos no son humanos, sino que son fruto de una maquina grande donde jalás una palanca y sale un chino, la volvés a jalar y sale otro chino. Y además el hombrecito que jala la palanca no se toma nunca franco, ni descansos, ni vacaciones ni nada, porque siempre, sea donde sea, hay chinos sueltos por todos lados.

A todo esto hoy recordaba aquella vez que, con tan sólo 4 años, mi padre me explicó algo que hasta el día de hoy no recordaba, un dato muy importante sobre los chinos:

Papá:

…Para nombrar a un chino bebé, un chino adulto se sube a una escalera y estando ahí arriba saca una moneda de su bolsillo, la tira al suelo y escucha atentamente el ruido que esta hace. Según el ruido que la moneda haga, así será el nombre del chinito…

Aquella vez yo me quedé sorprendida ante semejante descubrimiento. Lo primero que pensé fue «¡Con razón Tin Tin se llamaba Tin Tin!» Los chinos eran más inteligentes que nosotros, y no andaban poniéndoles nombres pedorros a los hijos, como Yésica, Jonathan, María o Pedro (cualquier lector con dichos nombres no se sienta ofendido, sientase miserable por tener ese nombre) Ellos la hacían más simple, tirando una moneda se ahorraban todo el asunto. La cosa la decidía la suerte, encima después  se ahorraban el reclamo de los hijos ante un nombre horrendo y con tendencia a cargadas.

Hoy, ya 15 años desde aquella explicación no se me había ocurrido que esa historia sobre los chinos era mentira y que mi padre me estaba tomando el pelo, aprovechándose de mi inocencia. Nunca me había puesto a meditar sobre ese asunto, porque ese día le encontré mucho sentido y además la cara de mi padre era muy seria, como si me hubiese compartido un poco de su sabiduría. No recuerdo que se ríera, ni que se sonriera siquiera. La verdad es que ese día me engañó de tal manera que tardé 15 años en descubrir semejante burla.

Hoy me quito el sombrero ante tan buen mentiroso, porque a pesar de ser un tipo gruñón, insufrible, pesado, renegón, mal llevado y peleador, mi viejo me contó la verdadera historia de los chinos y nunca, en todos estos años, me dijo que eso era un chiste nada más. y lo hizo tan bien que jamás dudé de ella. Y creo que esa era la idea, que yo lo descubriera por mi propia cuenta y me entendiera que a pesar de ser gruñón, insufrible, pesado, renegón, mal llevado y peleador, también es un buen padre.


Como siempre, Mamá me manda a comprar las cosas de la comida a diez minutos de la hora de cierre del almacén. Es natural en ella, el momento de iluminación que tiene para darse cuenta de que le faltan algunas cosas, siempre pero siempre, lo tiene a las 8.20.

Y como siempre está la Doble, que es victima conmigo de ese tipo de transtornos de mi madre. Pero al menos hace que ir al almacén sea más entretenido. No sé como hace esta chica pero siempre sale con algún delirio.

Hoy por ejemplo y no hace más de diez minutos estabamos comprando y ella me señalaba mucho a unos nenitos que estaban detrás nuestro, robandose mandarinas mientras el dueño del negocio nos atendía a nosotras. Por supuesto, yo nunca me doy cuenta de nada, así que cuando salía del negocio la Doble me dice esto:

La Doble:

¿Viste a los sobrinitos del Schiavi afanandose mandarinas? yo te estaba haciendo señas y vos ni bola. Uno lo tapaba y el otro se las iba guardando.

Pupolina:

No, no me di cuenta. Igual dentro de todo al menos roban mandarinas. Peor sería que anden robandole a las viejas del barrio, como hacen los de acá a la vuelta.

La Doble:

Si todo bien ¿pero mandarinas? ¡con el frío que hace! ¡te ca*** de frío comiendo mandarinas a esta hora!

Pupolina:

Bueno, pero tienen hambre. Peor es nada.

La Doble:

¡Pero ya que van a afanar que se afanen mandioca por lo menos!

Para mi es MUY difícil sacar a la luz este cruel secreto que he de guardar sólo hasta hoy, y sólo porque ya es momento de ponerme seria sobre el asunto y asumirlo de una vez y para siempre:

Queridos lectores de este humilde cuaderno virtual, ustedes están ante la presencia de una kompounofóbica.

Muchos se preguntarán qué es esto de la kompounofobia. Y con cierta vergüenza y sonrojadas mejillas les cuento que se trata de la fobia a los botones. Una fobia que me vino de fábrica, o tal vez desde mis primeros años de infancia.

Y quiero dejar en claro que cuando digo «fobia» digo fobia y no «miedo», fobia es aquello que interrumpe la vida cotidiana. Yo no salgo corriendo ante la presencia de un botón, ni pienso que este me pueda matar. simplemente siento asco y repugnancia, rechazo y ganas de vomitar. Me da asco, no miedo.

Recuerdo todavía a mi madre renegar ante mi repugnancia a los endemoniados circulitos de plástico con agujeros, la recuerdo vívidamente gritando y maldiciendo, junto con el potente grito de guerra que proclamaba «¡MAÑOSA! ¡SOS UNA PENDEJA MAÑOSA! Yo era muy chica, tal vez ni hablaba, pero ya sentía ese rechazo que a mi madre le daba calambres.

Mi bisabuela insistia en que yo era una mañosa y que todo se curaba con un par de vayvenes de cachetazos, tal como lo cita la vieja usanza. Así que para acelerar el proceso un día apareció con un regalito: un vestido blanco lleno de los siniestros.

«No» dije muy bajito, pero mamá lo escuchó. Mi abuela observaba mi reacción y esperaba el primer movimiento de mi madre. «No» dije de nuevo, con más pena.

«Si» decía mamá. «Si. Se terminaron las mañas. Es un vestido precioso y vos te lo vas a poner». yo escuchaba a mamá mientras la vista se me empezaba a aguar, y el estómago se me iba revolviendo muy rápido. Sentía que los fideos con tuco estaban empezando a subir, sentía el asco característico que aún siento con sólo recordarlo. «No -y negaba con la cabeza- Por favor mamá, no…»

«Como siempre la mocosa te termina ganando…»

Decía la ponzoñosa. Yo la miraba con odio, mientras hipaba y eructaba, apretaba los ojos y los dientes, la tragedia ya se asomaba.

¡No!(burp) ¡Yo no me pongo nada, (burp) y vos callate vieja estúpida! (diaj, burp)

Y zácate, voló el primer cachetazo. A los tirones me comenzaron a vestir. Patadas y manotazos de por medio, eructos y llanto también. Sólo verlos me daba asco, tocarlos aún más. Rozando el límite grité el último «NO» de la noche, y luego no pude seguir evitando lo inevitable.Fideos con tuco por acá y por allá, en el brazo de mamá, en los zapatos de la bisabuela, y sobre todo -y para mi felicidad- en el vestido nuevo.

A los que la verdad no les interese esto, les pido mil disculpas.

Hoy estoy realmente feliz ya que Lacrimosa viene a la Argentina.

¿Qué es Lacrimosa? Pues mi banda favorita. Un grupo de alemanes que hacen música maravillosa. Y vuelvo a decirlo: mi banda favorita. Aunque decirlo asi de seco «mi banda favorita» es quedarme cortísima.

No voy a hacer esto muy largo, porque no quiero aburrir a nadie: Lacrimosa viene el 12 de julio de este año, y mi madre me regalará la entrada en estos días. Soy feliz. No tengo otras palabras, estoy saltando en una pata.

Y como ya dije, no quiero aburrir a nadie, asi que solo voy a dejar un video con un tema del nuevo cd de Lacrimosa:Sehnsucht. El cual es mi favorito de este cd.

Aclaro que los subtitulos que tiene son re cavernicolas, pero no quiero que se quejen de estar escuchando algo y no saber qué dice. Y lo digo por vos, Fantasma.

Un día me encontraba sentada en la vereda, debajo del árbol, con la Doble y Marcelo. En lo que, por la vereda de en frente y con su bastoncito blanco iba caminando Don Héctor. Y se generó este debate:

Marcelo:
Ese tipo no es ciego. Mirá como va…

La Doble:
Si que es ciego. Además yo siempre lo acompaño a la casa, lo llevo del brazo para que no se vaya a tropezar. Pobre…siempre anda solo.

Marcelo:
¡No nena!, ese tipo no es ciego ¿tan pelotu** vas a ser? ¿no te das cuenta? El tipo se hace el ciego para mirarles el culo a las minas, y en tu caso para manosearte un poco las tetas con el codo.

La Doble:
¡Que sí tarado! Es ciego.

Marcelo:
¡No nena! ¡No es ciego!Mirá como esquiva el aut…

¡Pum!

Para que nadie empiece a llorar a moco tendido por Don Héctor les voy a contar: Había un auto estacionado en la vereda de en frente. Nada más.

¿Era o se hacía?

Hace unos años, supongamos 4 años atrás, cuando iba a comprar al almacén de la esquina, todos los días como reloj a las 5.30 p.m estaba sentado en una silla Don Héctor. Un señor que vivía a la vuelta de casa y que era No Vidente, o en términos más simples: Ciego.

Siempre sabía lo que yo iba a comprar y siempre se ponía a hablar conmigo. Pero había charlas que me dejaban pensando mucho:

Pupolina:
¿Cómo le va, Don Héctor?

Don Héctor:
Bien bien, hace mucho tiempo que no te veía

A veces sino me decía cosas como:

Héctor:
Estaba en casa viendo la tele y me vine corriendo para acá.

Yo no sé si me lo hacía a propósito, si no se daba cuenta o si se hacía el ciego para pasarla bien (cuenta la leyenda que le gustaba poner la mirada perdida en las señoritas del barrio, sobre todo en la parte trasera).

Como un día se murió nunca le pude preguntar.

Mi Vals Favorito

Detrás mío suena un vals, el Vals D’Amelié.

Uno de mis favoritos. Cuando se termine lo volveré a poner de nuevo, una y otra vez. Porque este vals, como muchos otros, me recuerda a vos.

Los vals son tristes, o me ponen tristes, sacan desde mi interior esos sentimientos que me ablandan y me quiebran. Y mediante van pasando, se vuelven fuertes, se llenan de pasión, y luego al final arrastran las ùltimas notas despacio y lentamente, las susurran, como tantas veces me has susurrado al oìdo despacio, muy despacio.

Si. Los vals son tristes, pero son tan hermosos.

Tengo muchas conclusiones. Una de ellas es que vos sos un vals. Vos, sos un vals. Tambièn sos un sueño largo, un sueño que es real en algún lugar, pero que acá, ahora mismo, es un sueño inalcanzable.

Yo no puedo abrazar a un sueño, ni mirarlo a los ojos, ni decirle que lo quiero mucho, ni que me encantaría ahora pedirle que se quede un rato más conmigo, que tome mi mano y que sienta esto, esto que yo tengo acá mismo. Esto que no sé que es, pero es algo tibio.

Si, es indrescriptible, vos sos indescriptible para mi. Sos maravilloso. Por eso no podemos estar juntos. Porque yo no soy la indicada. ¿yo? ¿justo yo? No… No podría. Pero ¿sabés qué? Yo me muero por vos.

Perdoname por no cumplir, por ser tan idiota, por arruinarlo todo. Sincermente no sé por qué escribo esto, pero lo escribo con el corazón.

Porque el tiempo pasa, pero yo todavía siento que tengo 15 años y que vos estás acá, como nunca, y puedo demostrárte esto, esto que no sé que es. Pero que vos llamás amor. y si vos lo llamás amor, yo te creo. Porque nadie podría tener más razón que vos en esto. Después de todo, yo lo siento por vos.

El vals se terminó. Lo pondré de nuevo. Y sé que me recorrerá por mi espalda un…

Un…

Qué extraño. No sé que es lo que recorre mi espalda cuando escucho este vals. Pero cuando escucho tu voz susurrandome me pasa lo mismo. y es hermoso.

Te dejo el vals entonces, se los dejo a todos, y tal vez entonces podamos compartir esa hermosa sensación. Esa sensación que Él llama Amor y que yo siento por Él.